VAENCIA. Si ya es duro bregar diariamente con la galopante opacidad informativa que se está instalando en la mayoría de los estamentos públicos y privados de la sociedad valenciana, que obstaculizan el tráfico abierto de la información en una sociedad que se dice democrática y moderna, sólo falta que un grupo de pequeños tramposos que cobran del erario público, creen ser funcionarios y estafan a sus compañeros y a la totalidad de los contribuyentes, amenacen con pasquines y advertencias a un trabajador de oficio periodista por hacer bien su función. Es sólo un detalle, apenas una anécdota, pero que refleja bien a las claras la decadencia y abandono de la gestión pública autonómica por parte de sus actuales responsables
Ya no valen medias tintas ni advertencias más o menos enjundiosas como las escuchadas estos días por del Consell (Rafael Blasco llegó a afirmar que "no lo sabía"...) y de la Judicatura. Acaben con esas prácticas cuantos antes, las de estafa y las amenazantes, y pongan fin a la burla que representa que unos matones de oficina venidos a más defrauden a todos y encima se permitan amenazar a los mensajeros.