VALÈNCIA. En el campo, entre un manto de tierra y espinas, se esconden las aulagas. Unos arbustos de hojas lisas con forma de púa que en primavera se visten con pequeñas flores amarillas para adornarse. En Cataluña, esta planta sirve también para nombrar a aquellas mujeres que van en contra de la norma, o que son “difíciles de llevar”. Cuando la periodista, cronista y escritora Gemma Ruiz Palà descubrió este término -plural y femenino- supo que lo incluiría en alguna de sus historias. Ahora esta planta es la que da título a su novela Aulagas (Consonni) con un diseño de portada de la valenciana Ana Penyas y recientemente traducida al castellano por Concha Cardeñoso Sáenz de Miera. Un libro que cuenta la historia de tres mujeres en la Cataluña rural y urbana en el siglo XX.
Para este relato, Palà da voz a tres protagonistas reales: su bisabuela Nina, Remei y Rosa, quienes le dan sus historias para que Palà las ponga a servicio de la narrativa. Lo hace para generar un relato se teje como una trenza y que ayuda a vislumbrar su historia y su realidad en el campo. Con este libro Palà consigue generar una obra en la que celebra su vida, las recuerda y consigue que las aulagas, aún “pinchando” florezcan en un texto que apela a la colectividad, al feminismo y a la memoria de las familias. “Las mujeres no son un objeto decorativo, son ejemplo de resistencia, resiliencia y hablan sobre las luchadoras”, apunta la autora sobre este relato de la posguerra del que desgrana las claves en esta conversación.
-¿Cuál es la semilla de Aulagas?
-Este libro nace de un trabajo de periodismo que hice con diecisiete años. En este momento tenía que entrevistar a una persona que hubiera nacido a principios del siglo XX para ver cómo le habían influido los cambios tecnológicos en su vida. Por aquel entonces quise entrevistar a mi bisabuela Nina y mucho más tarde, con treinta y tres años, pensé que en algún momento, cuando me jubilara le dedicaría una novela.
-Pero no ha hecho falta esperar tanto tiempo, ahora es una de las protagonistas de la novela.
-De su entrevista nace la idea de hacer otras para generar un relato colectivo. Es una forma de poner la literatura al servicio de la historia de una forma que tenga sentido y que ayude a los lectores a conocer la parte del relato de las mujeres en la Cataluña rural y urbana y su tejido, tanto político como económico y cultural.
-¿Cómo recibes este “encargo” de su memoria?
-Creo que me convierto en una especie de portavoz de la historia de estas mujeres, y lo hago con mucha honra. Quería poner su relato al servicio de la ficción para que cobrara sentido y hablara de la diferencia de clases. Con la base de estas historias familiares y jugando un poco con el estilo de la crónica, hago justicia poética con su historia. Tengo la suerte de dedicarme al periodismo cultural y de ser escritora para poder contar la historia de mi bisabuela Nina, que le encantaba la cultura y no la pudo practicar más que como se ve en el libro.

- Gemma Ruiz Palá
-¿Por qué te interesa diferenciar la Cataluña rural de la urbana?
-Me interesa introducir el relato en una especie de cápsula del tiempo y ver como la industrialización lo acelera y cambia todo, incluido las relaciones humanas Cambia el sentido de comunidad, el concepto de familia y como se conciben las relaciones. Es un cambio que individualiza el relato de estas mujeres y que las acerca a un tipo de independencia.
-¿Y cómo se diferencian estas dos "Cataluñas"?
-En parte por el idioma. En la novela se emplea también el castellano, que lo usan los poderosos para proclamar su poder, aunque la gente del populacho lo habla pero menos. Este relato reivindica que no solo hay catalanes burgueses en el mundo, que hay clases populares y que yo vengo de ellas y que los relatos muchas veces están intoxicados de política y otras historias.
-¿Cómo es romper con las fronteras ideológicas y espaciales desde la literatura?
-En Aulagas las historias de estas tres protagonistas es un viaje que habla sobre su historia y el contraste de clases sociales dentro de Cataluña. Su historia me sirve para contar la evolución de Cataluña y su propio viaje vital y emocional mientras el mundo cambia constantemente a su alrededor.
-¿Cómo afecta la industrialización al mundo rural?
-Se convierte en un arma de doble filo porque aplica la doble carga de trabajar dentro y fuera de casa y en el caso de las mujeres también de encargarse de la crianza y de su propia “tribu”.
-¿Suelen llegar estas historias al presente?
-Las mujeres rurales no han tenido derecho a la trascendencia, y menos sus relatos. No hay vidas grandes ni pequeñas porque eso va en función de cómo lo queramos ver. Con Aulagas quiero darle a estas mujeres el espacio para contar sus luchas diarias y darles ese derecho a que las recuerden.