VALÈNCIA. En un mundo en el que todo se está volviendo cada vez más frío y menos humano sigue triunfando el amor, la ternura y el recuerdo ante las imágenes planas. Esta es la idea base de la nueva novela -futurista y de ficción- de Ray Loriga quien se introduce en un universo plagado de recuerdos de una historia que fue en TIM (Alfaguara). En esta novela, que se lee en un suspiro, reflexiona sobre el amor y las conexiones en tiempos modernos a través de dos protagonistas: Elisa y TIM, que se enredan constantemente en su propia memoria. Para ello se sirve de Tim como narrador y bucea en sus recuerdos para comprender la relación que le une con Elisa. Lo hace a través de objetos, voces y ruidos que le evocan a una historia única en la que los sentimientos le enlazan consigo mismo y con el presente que está viviendo.

-¿En qué momento nace esta historia de amor?

-Empiezo preguntándome por la construcción de la identidad y planteo si es sustituible o copiable. A partir de ahí empiezo a pensar en el propio lenguaje, en qué es lo que nos formula como personas y cómo nos comunicamos con los demás. Partiendo de lo que nos decimos a nosotros mismos y lo que decimos a los demás, reflexiono sobre la identidad de la existencia humana y me pregunto si es reproducible o no.

-Ese acercamiento lo haces entre lo humano y lo tecnológico, con personajes que llegan a su relato a través de recuerdos y conversaciones, como si tuvieran un disco duro en la cabeza

-Me gusta pensar que la emocionalidad hace que la máquina no sea del todo perfecta, pero a la vez no podría existir una máquina que pretenda ser humana si no asume todas las cualidades de lo humano, y sus fallos. Es en esas grietas donde reside la humanidad. 

-Para hablar de esa humanidad, y de los sentimientos, la novela se sirve de todo tipo de símiles. Como cuando TIM busca desesperadamente un objeto perdido hace años y en realidad se está buscando a sí mismo.

-El libro habla sobre lo propio y sobre la formulación de nuestra identidad. El recuerdo puede ser falible y fabulado, mientras puede ser también hiperbólico o inexacto. Me interesa hablar del recuerdo y de cómo nos formula y nos construye.

-¿Por qué te interesa mezclar lo digital y analógico en esta historia?

-Creo que nace del proceso creativo y este a su vez de todo lo que he leído. Un escritor siempre asume la literatura que le precede y este libro, en ese sentido, es una formulación literaria. La historia no viene de cero, viene de millones de referencias asumidas que van desde Calderón de la Barca hasta autores más contemporáneos. 

-¿Dirías que es una novela en la que te permites jugar con la historia?

-Es una confluencia de relatos, de intereses y rumores literarios. Creo que esta historia me permite jugar con la caja de herramientas que me ofrece la literatura, o con varias de ellas y que el territorio de la literatura es vastísimo. A veces nos fijamos solo en un tipo de novela canónica, sin darnos cuenta de que Cervantes ya jugó con mil novelas dentro de una sola, y generando cientos de mundos distintos dentro de su propio mundo.

-¿Goza la novela de ficción de buena salud?

-A mí me interesa trabajarla y explotarla, porque no todo tiene que seguir un mismo cauce. Me interesa el lugar que ofrece la ficción porque no existe para reproducir la realidad, junto con la literatura existe para crear objetos literarios. 

-Al final del libro “te cagas” en uno de tus protagonistas, ¿a qué se debe?

-Me gusta que la prosa vaya a un lugar nuevo en el que invito a un baile diferente al lector. Cuando escribo la novela me imagino a un lector que sale de los patrones clásicos y que se quiere dejar sorprender. Imagino a un buen lector, ese que no solo consume la literatura por entretenimiento o que lee libros porque han salido en una serie de la televisión.