Música y ópera

30 años de El Volander, el refugio de la canción de autor en València

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VALÈNCIA. La canción de autor en València tiene un refugio en el barrio de Nou Moles, El Volander, un local que cumplió 30 años el pasado lunes y que ha vivido, en tres décadas, los vaivenes de las circunstancias a los que se han tenido que enfrentar los locales de música en directo. Lo hace tal vez mejor que nunca, porque El Volander ha apostado los últimos años en formar una comunidad de artistas y público que ha acabado siendo “una familia”.

Así lo define Julia Andrés, que lleva capitaneando el local junto a Antonio Martínez. El Volander, sin embargo, ha sido esclavo de sus circunstancias. El 30 de abril de 1995 abría sus puertas en el barrio como pequeño pub de música pop y rock. Martínez entonces tenía 28 años y acababa de quedarse sin trabajo, tras estar involucrado en varios locales del Cedro. Con ganas de montar su propio proyecto, aprovechó una planta baja cedida por sus padres, en un barrio que “era un barrio con gente muy conflictiva”.  “La gente hasta traficaba en la puerta. Desde los primeros meses, entraron a ver si podían echarnos, a intimidarnos. Estuvieron años amenazándonos… Fue una etapa muy dura”, recuerda Julia Andrés.

La inversión inicial se hizo a pulmón: “Lo montamos con préstamos, rehipotecando el piso de los padres. Y aunque sufríamos con la situación del barrio, seguíamos hacia adelante porque, si esto no funcionaba, lo perdíamos todo”, cuenta. Durante sus primeros años, El Volander no pudo escapar de la noche y sus excesos. “Era el típico sitio donde se venía a fumar porros, a beber... Yo eso lo sufría. No lo disfrutaba. Pero era lo que tocaba”.

La gran transformación del proyecto comenzó en 2009, con el estallido de la crisis económica. “La noche ya no daba para vivir. Los bares con terraza se salvaban porque la gente salía a fumar, pero nosotros no teníamos. Fue entonces cuando decidí apostar por la cultura”, explica Julia. Aquel cambio de rumbo fue, en parte, un acto de fe, y en parte una necesidad vital: “Era eso o cerrar. Así de claro”.

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El Volander empezó entonces a acoger exposiciones, monólogos, mercadillos de artesanía y, poco a poco, la música en directo. “Yo hacía de todo: programaba, montaba el escenario, llevaba las redes. Toni al principio no lo veía claro, igual que yo no apoyé del todo la apertura como pub. Pero poco a poco se fue sumando”. Ese giro coincidió con el auge de la canción de autor a nivel estatal. “Empezaron a venir cantautores con discos propios, con seguidores. Y ahí vimos que habíamos encontrado nuestro camino”.

El formato acústico, sin baterías ni grandes amplificadores, encajaba con el vecindario. “No molestábamos a nadie, y podíamos trabajar. Y además, a mí la música de autor me apasiona desde joven. Era como si, de repente, todo encajara”. A partir de 2012, El Volander consolidó una programación estable centrada en este género, con nombres como Pancho Varona —entonces guitarrista de Sabina—, que inició aquí una gira estatal: Fue muy especial. Cuando acabó el concierto vino a la barra y nos dijo: ‘Me ha gustado mucho, ya tengo ganas de volver’. Y volvió”.

El lugar de las primeras oportunidades

Más allá de los nombres reconocidos, El Volander se ha convertido en un espacio fundamental para los nuevos artistas. Los micros abiertos han sido clave en la creación de una comunidad artística. “En este barrio era complicado hacer micros abiertos en 2009. Pero con el tiempo lo conseguimos. Se ha creado una familia. Cada semana presenta uno, y todos van a ver al siguiente. Es precioso”, cuenta Julia.

Durante la pandemia, el local vivió otro punto de inflexión. “Hasta entonces, éramos un local que trabajaba con todos los artistas de canción de autor que querían venir a València. Yo no buscaba a nadie, el 70% de la programación eran artistas nacionales. Como con la pandemia no podían desplazarse, empecé a mirar el panorama local. Me puse a buscar artistas por redes, a invitarlos a tocar. Fue increíble. Flotaba de la emoción”.

Algunos de los que debutaron aquí dieron el salto rápidamente. “Leo Rizzi hizo aquí su primer concierto en 2021. El segundo ya no pudo ser porque lo fichó una productora y empezó a sonar por todas partes. Fue un boom”, recuerda. Otros nombres que pasaron por el escenario del Volander en sus primeros pasos fueron Fredi Leis, Martta Sanz, Paula Mattheus o Miguel Ángel Escrivá (Santero y Los Muchachos) —“antes de llamarse así, vino a cantar tres canciones en un concierto ajeno. Me dejó boquiabierta. Le ofrecí fecha y se la tuve que quitar para otra cosa... y nunca volvió. Ya estaba en otra liga”.

Hoy, El Volander vive de su programación cultural, pero con márgenes muy estrechos. “Dependemos de los conciertos para vivir. Cada mes tengo que cerrar los que sean mínimamente rentables. Eso genera mucha ansiedad. Pero seguimos, porque nos lo creemos”.

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El Volander vive ahora, tras su eterna renovación, en un momento dulce. El 30 aniversario no solo ha sido celebrado por Julia y Toni —como se les conoce realmente—, sino por toda la comunidad de público y artistas; porque además, El Volander ha sido la primera experiencia encima de un escenario para muchos de ellos.“La gente viene y te da las gracias. Ya no es como antes, que venían solo por la fiesta. Ahora se respira otra cosa”.

El local, a prueba de crisis, pandemias y transformaciones urbanas, ha construido un ecosistema propio. Ahora, en el horizonte, empieza a vislumbrarse una futura jubilación; y aunque tienen la esperanza de que el proyecto se pueda mantener, tampoco esconden sus ganas de empezar a descansar.

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