VALÈNCIA. ¿No tienes ni repajolera idea de ópera pero el otro día en el dentista sonó el Nessun dorma y una pequeña chispita de emoción brotó en tu pecho? ¿Te llama la atención el universo de Madama Butterfly y sus periferias, pero crees que no se te ha perdido nada a ti en un auditorio? ¿Te produce sudores fríos la idea de comprar entradas para Tosca, no entender nada de lo que está pasando sobre el escenario y sentirte completamente fuera de lugar">
Rus adopta aquí una posición algo alejada del resto de consultados, pues considera que la elección de una producción u otra “depende mucho de los intereses de la persona, a lo mejor llevas a alguien a ver un Mozart, que se supone que es fácil, y se aburre. Conozco a gente que se ha aficionado a la ópera a partir de asistir a piezas del siglo XX porque les gusta el teatro y conectan más con las propuestas contemporáneas. En mayo llega a València Wozzeck, de Alban Berg; es percibida por mucha gente como una rareza ya que musicalmente es algo complicada, pero es perfecta para que se inicien quienes adoran el cine”.
Y por esa misma linde transcurre Iglesias al defender que las diferentes generaciones aprecian los repertorios “de un modo diverso, en función de las estéticas a las que estén acostumbrados. Óperas románticas en las que el argumento es a veces más débil en favor de la música pueden interesar a personas de mediana edad que quieran iniciarse mientras que la gente joven busca historias con una fuerza dramática más potente, con música más cercana a su estética. En marzo en Les Arts tenemos Trouble in Tahiti, de Leonard Bernstein -compositor de West Side Story-, fresca, ligera, muy accesible para el público. Puede ser un modo sencillo para comenzar a quitarse miedos o prejuicios”.
Y hasta aquí nuestra guía para novatos con ganas de convertirse en fans. Libreto, telón…¡y acción!