VALÈNCIA. Por tercer año consecutivo, el Ayuntamiento de València ha distinguido a personalidades y entidades que, desde distintos lenguajes y disciplinas, han contribuido a hacer de la ciudad un referente cultural. La ceremonia de entrega de los Premios al Mérito Cultural, celebrada este jueves en la Lonja de la Seda, combinó la emoción del reconocimiento con la reivindicación: memoria para las víctimas de la Dana, defensa de la lengua valenciana y reclamo de más apoyo institucional al tejido cultural.
En una puesta en escena sobria y solemne, la alcaldesa María José Catalá subrayó que estos galardones suponen “una reivindicación del talento que nace, crece y se proyecta desde València al mundo”, y agradeció a los premiados su “excelencia, perseverancia y compromiso”. Los reconocidos en esta edición fueron la productora cinematográfica María Zamora, el escritor Rafael Lahuerta, la veterana periodista María Ángeles Arazo y la compañía teatral L’Horta Teatre.
Zamora, productora de Alcarràs —la primera película española dirigida por una mujer en alzarse con el Oso de Oro de Berlín—, centró su discurso en la importancia de evitar la fuga de talento. “Creo firmemente que el fomento de la cultura y de sus instituciones evita que tengamos que marcharnos”, aseguró. Tras recordar sus inicios en la Mostra de València y en la antigua Canal 9, hizo un llamamiento a reforzar el apoyo público a un sector “que lleva tiempo desempeñándose por debajo de su potencial”. Y no obvió lo sucedido el pasado octubre: “No puedo evitar recordar la tragedia vivida por este pueblo el 29 de octubre, donde muchas personas, incluidos mis padres y mis vecinos, perdieron a seres queridos”. Reclamó “dignidad para las familias” y pidió al Ayuntamiento “una oferta cultural rica, inclusiva e igualitaria” para las zonas más afectadas.
La misma fecha fue evocada por Alfred Picó en nombre de L’Horta Teatre, que vio cómo la Dana afectaba a la sala que gestiona la compañía en Castellar-L’Oliveral. “El Ayuntamiento ha estado ahí”, reconoció, agradeciendo el acompañamiento de las instituciones, “tan importante como las ayudas económicas”. Picó reivindicó con orgullo los 50 años de trayectoria de la compañía, nacida en una pedanía y con más de medio centenar de espectáculos en valenciano a sus espaldas. “Nunca hemos hecho militancia desde la trinchera, pero hoy, hablar en valenciano en un escenario parece molestar. Y eso nos hace sospechosos”, lamentó. Defendió la AVL, “atacada sin sentido”, y subrayó que el teatro, como la lengua, es una herramienta “para hacernos más críticos y más libres”.
Lengua, memoria y gratitud
El escritor Rafael Lahuerta dedicó el premio a su madre —“en esta vida, lo más importante es una madre”, afirmó con emoción— y a todos los autores que escriben en valenciano “a pesar de la dolorosa insensibilidad de algunos sectores de esta sociedad”. “El valenciano es una lengua minoritaria, sí, pero tan rica y viva como cualquier otra del mundo”, defendió, reclamando “memoria, dignidad y reparación” por lo vivido el 29 de octubre. Lahuerta, autor del fenómeno editorial Noruega, insistió en que el idioma propio de la ciudad es “un tesoro” que hay que preservar: “Si no lo defendemos nosotros, no lo hará nadie más”.
Con 95 años, la periodista María Ángeles Arazo recibió la distinción con una mezcla de gratitud y lucidez. “Cuando se recibe un premio siendo joven, se piensa en el mañana. Cuando se recibe a mi edad, una ya solo piensa que queda poco”, dijo. La cronista de barrios, pueblos y oficios populares evocó décadas de reportajes y libros dedicados a la València invisible, y tuvo palabras de afecto para sus colegas de profesión y los entrevistados anónimos que, con su “cultura primaria”, han alimentado su obra. “El premio que me otorgan es para todos los que conservaron un tesoro verbal de cultura y he tenido la suerte de escuchar, y hoy de contar”, concluyó.