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En Europa, la cuota de mercado de eléctricos EV es del 14,5%, y las cifras no dejan de crecer. En España, aunque va más rezagada, en 2024 los eléctricos sumaron, junto con los híbridos enchufables, un 12% del total de las matriculaciones

Publicado: 03/05/2025 ·06:00
Actualizado: 05/05/2025 · 19:30
  • Recarga de un coche eléctrico.
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La Ley de Cambio Climático y Transición Energética de 2021 establecía el fin de la comercialización de vehículos de combustión a partir de 2040, pero las normativas europeas han adelantado este fin a 2035, fecha a partir de la cual todos los coches que se vendan tendrán que ser de cero emisiones, siendo los únicos que podrán circular a partir de 2050.

Mientras llega esa fecha límite —cada día más cercana— la norma Euro 7, que entrará en vigor en 2027, establece nuevas reducciones de emisiones en el camino a la descarbonización total del transporte, que, en el caso de vehículos pesados, se retrasará a 2029, hasta llegar al objetivo cero en 2035.

Estas medidas se deben a la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para luchar contra el, cada vez más evidente, cambio climático, cuyos efectos en forma de calentamiento y fenómenos extremos ya nos están afectando.

El transporte por carretera supone el 25% de las emisiones de gases invernadero en la Unión Europea, siendo los turismos el 60% de dichas emisiones. Al margen de su impacto sobre el cambio climático, las emisiones de los vehículos de combustión incluyen abundantes sustancias tóxicas y cancerígenas que representan una amenaza directa para la salud y el bienestar de los ciudadanos. Un estudio noruego de 2017 estimó que se producían más de cuatrocientas mil muertes prematuras en toda Europa a causa de la contaminación, de las que más de diez mil se debían específicamente a enfermedades causadas por las partículas emitidas por motores diésel como los gases NOx.

Durante estos últimos años hemos asistido a un verdadero bombardeo mediático en contra del vehículo eléctrico, en el que se mezclaban prejuicios, ignorancia e intereses mezquinos, combinado con las habituales emociones reaccionarias del pensamiento petrolhead. Desde la prensa generalista o especializada a youtubers de cuestionable conocimiento, el vehículo eléctrico se ha dado por sentenciado y enterrado miles de veces. Pero ya se sabe: «Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud».

Aunque España va rezagada en vehículos electrificados, en 2024 ya se matricularon sesenta mil EV (100% eléctricos), un 7% más que en 2023, y, junto con los híbridos enchufables (PHEV), sumaron un 12% del total. A nivel mundial, los datos son concluyentes: en 2024 la matriculación de eléctricos creció un 25%, y los que se desploman en ventas son los de combustión, sobre todo los diésel. Los grandes fabricantes europeos no están en crisis porque no se vendan vehículos eléctricos, como afirman equivocadamente ciertos voceros, sino porque la mayoría de ellos se han convertido en dinosaurios ineficientes que no han visto llegar el meteorito. Y la prueba es la explosión en importaciones de eléctricos chinos, que no parecen sufrir la crisis de los fabricantes tradicionales.

La cuota de mercado de eléctricos EV en Europa es del 14,5%, pero hay países, como los escandinavos, donde supone desde el 35% al 85%. A pesar de que las ayudas fueron retiradas en Alemania, lo que supuso un freno de matriculaciones en el mayor mercado europeo, las cifras no dejan de crecer. Y la razón es tan sencilla como imbatible: la economía. Un coche eléctrico presenta un ahorro en su uso de entre un 80% a un 90% respecto a uno de combustión. Además de no contaminar, acaba resultando más barato cuanto más se usa. Con ayudas, su precio es ya inferior a los térmicos, así que esperemos que se activen pronto nuevos incentivos sucesores del plan Moves. Y cuando las economías de escala hagan que los costes de los eléctricos sean inferiores a los de combustión, será el jaque mate. Y con una moderna megafactoría de baterías aquí bien cerca, además.

Y es que el destino tiene sus propios planes.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 125 (abril 2025) de la revista Plaza

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