En lo que va de año no han faltado las sorpresas, y no sólo las negativas. La imprevisibilidad sigue siendo el nombre del juego, con un presidente estadounidense hiperactivo como probable mayor fuente de sorpresas. Sin embargo, creemos que los mercados están mejorando a la hora de lidiar con ellas. O, quizás, una mejor manera de expresarlo sería decir que los mercados y la nueva istración parecen estar mejorando a la hora de lidiar entre sí.
Al menos hasta ahora, Donald Trump ha tendido a dar marcha atrás en iniciativas que eran particularmente preocupantes para los mercados de capitales, al menos una vez que el dolor se hizo severo. Como resultado, esperamos algún daño, pero no catastrófico, del aumento de los aranceles y otras incertidumbres políticas.
“Durante el próximo año, la política estadounidense influirá mucho en los mercados, y el comercio mundial cambiará debido al aumento de los aranceles, lo que, en nuestra opinión, frenará inicialmente el crecimiento estadounidense. Aunque el punto álgido de la incertidumbre arancelaria puede haber pasado, es probable que los titulares relacionados con el comercio sigan afectando a los mercados”, explica Vincenzo Vedda, director de Inversiones de DWS.
Por otra parte, las perspectivas económicas han mejorado en otros lugares, especialmente en Europa, como reflejo de unas políticas fiscales más expansivas en Alemania. Como muestra nuestro Gráfico de la Semana, esto debería traducirse, en nuestra opinión, en unas perspectivas relativamente positivas para los beneficios a largo plazo en todo el mundo, lo que respaldaría a la renta variable mundial, a pesar de la posibilidad siempre presente de retrocesos temporales.
En cuanto a la renta fija, nuestra hipótesis clave es que la «desdolarización» será un proceso muy gradual y que la Reserva Federal estadounidense (Fed) intervendría si los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 y 30 años suben muy por encima del 5%. De ser así, esperamos que los bonos del Estado a corto o medio plazo y los bonos corporativos Investment Grade de otros lugares también se beneficien del apoyo implícito, mientras que un debilitamiento del dólar estadounidense frente al euro, el yen y algunas otras divisas asiáticas impulsaría los rendimientos de inversión esperados de los activos globales para los inversores estadounidenses.
La solidez de los fundamentales y de los aspectos técnicos del mercado también debería servir de apoyo: en general, preferimos los bonos corporativos europeos a los estadounidenses y los de grado de inversión a los de alto rendimiento.
Por supuesto, todo esto presupone unas condiciones relativamente benignas en lo que respecta al orden de seguridad mundial y a la arquitectura comercial. A este respecto, destacamos tres puntos. En primer lugar, el oro sigue siendo, en nuestra opinión, atractivo, no solo porque vemos potencial para nuevas ganancias, sino también porque añade cierta diversificación a la cartera y puede actuar como cobertura frente a algunas de las amenazas geopolíticas y económicas.
En segundo lugar, las expectativas sobre los resultados de Trump, no solo en materia de comercio, sino también de impuestos y desregulación, ya no parecen excesivamente optimistas, lo que deja margen para sorpresas positivas. En tercer lugar, los signos de aislacionismo deliberado de Estados Unidos ya han empezado a desbloquear políticas de larga data en otros lugares, con el freno de la deuda alemana como ejemplo más evidente.
En resumen, mantenemos nuestra opinión de que sigue siendo esencial una estrategia de inversión globalmente diversificada entre regiones, clases de activos y estilos, para aprovechar potencialmente las oscilaciones del mercado, al tiempo que se está preparado para la volatilidad.