Opinión

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Políticos al habla

El discurso antiélites que protege a las élites

Publicado: 09/04/2025 ·06:00
Actualizado: 09/04/2025 · 06:00
  • El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón (i), y el portavoz de VOX en las Corts, José María Llanos (d)
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VALÈNCIA. Unos, los populares, se aferran al poder para seguir entregando contratos a las empresas amigas de siempre o regalando asignaciones directas, que concede el propio President; esto es, hasta 4 millones de euros a repartir a su libre albedrio buscando agradar y la compra de voluntades.

Otros, los voxistas, marcan la retórica del Consell amplificando los mensajes racistas, antivalencianos, mistificadores del pasado franquista e interesadamente negacionistas de la situación climática, sabedores de que controlar el relato es el alimento de su futuro éxito electoral. Así ha funcionado en buena parte del planeta y así están creciendo aquí.

Mientras, los que perdemos somos el pueblo valenciano, pues nuestra democracia está bajo mínimos, gracias a sus peligrosos acuerdos legislativos, con un President entregado a la causa ultra sin rubor alguno, que reproduce allá donde puede las consignas de los de Abascal con los que, todo sea dicho, siempre se ha encontrado muy a gusto.

Pero de todas las enseñas de la ultraderecha la que más me llama la atención es el ataque a las élites, cuando su verdadero motivo de existencia es eliminar cualquier freno a su poder. Como ejemplo paradigmático, la justicia social es identificada por Milei como su gran enemigo, sencillamente porque genera igualdad de oportunidades, y los de Milei no quieren oportunidades para todo el mundo, pues solo las quieren para las élites a las que tanto él como Trump pertenecen. Unas afirmaciones aplaudidas con fervor por un miembro destacado del PP: Isabel Díaz Ayuso.

Así, sabedores de que VOX forma parte de ese movimiento mundial contra las políticas públicas cuyo objetivo es desmantelar los servicios sociales, educación y sanidad que representan el corazón de Europa, es cuanto menos curioso que se presenten ante el pueblo como los “antiélites”, cuando su objetivo primario es alimentar a esas élites y proteger sus intereses, en contra de la mayoría social.

Para ello juegan a hacerte creer que las élites son los sindicalistas, a los que hay que recortar las subvenciones, cuando se trata de estructuras necesarias para la representación de los intereses de los de abajo, los trabajadores, cuyos derechos se defienden mejor desde lo colectivo que desde lo individual. Son precisamente las élites económicas las que no quieren contar con sindicatos fuertes que defiendan mejoras laborales como la reducción de la jornada laboral o el incremento del Salario Mínimo Interprofesional, de ahí la manipulación del mensaje.

De igual modo atacan a las personas migrantes que trabajan en España, haciendo creer que consumen mayores ayudas sociales, a pesar de saber que es falso y que el retorno económico de la inmigración genera un balance altamente positivo. Pero todo el engaño tiene un claro objetivo: eliminar las ayudas sociales sufragadas con los impuestos, pues el objetivo último es que las élites paguen menos impuestos y que desaparezcan los salvavidas sociales que permiten a la gente reflotar en los momentos difíciles.

Y en la misma línea encontramos el negacionismo climático y la puesta en duda de las conclusiones de la comunidad científica internacional sobre la situación climática. Ello con el fin de eludir responsabilidades por los destrozos causados hasta la fecha en pro del negocio y evitar cualquier sacrificio de futuro que merme las ganancias derivadas de arrasar la costa, construir sin control, verter residuos contaminantes, o acabar con los caudales de los ríos.

En definitiva, se trata de vestir un discurso cargado de falsedades para alcanzar unos objetivos bien concretos que benefician a una absoluta minoría, discurso que el Consell del PP ha hecho propio. 

El coste de todo ello es enorme, pues se pone en entredicho la justicia social demonizando los impuestos y banalizando su destino; se reniega de la protección del territorio y se cuestiona el Pacto Verde Europeo como hacen Mazón y el Conseller de Agricultura. Se elimina la memoria democrática reescribiendo la historia y ensalzando la dictadura como hacen a través de la Ley de Concordia (sic) de PPVOX y negando las ayudas para las exhumaciones. Se ataca la igualdad de derechos por razón de sexo, negando la violencia de género desde les Corts. Se inventan el problema de la ocupación para negar medidas que favorezcan el derecho a la vivienda. Se reivindica la discriminación por razón de origen atribuyendo menor valor y derechos a las personas que vienen de otros lugares, por su color de piel o religión. O atacan a la propia democracia como modelo de convivencia cuestionando las estructuras que la sustentan llamando golpistas a quienes las ocupan legítimamente o burlándose de sus representantes, convirtiendo el parlamento en un mero circo de insultos y falsedades.

Pagar precios muy altos para su objetivo último: proteger los intereses de las élites a las que representan, a ese 1% del mundo que quiere controlar las leyes para garantizarse que no pongan freno a sus beneficios ni a sus caprichos.

A la mayoría, lo que nos interesa es destaparlos, pues el precio de que sigan engañando a la sociedad es dramático. La justicia social es precisamente el instrumento que ha generado igualdad de oportunidades, bienestar y seguridad para la gran mayoría de la sociedad. La democracia nos permite tener voz y lograr una mayoría que recupere las instituciones para gobernar para todos y dejar atrás esta triste etapa política. Ojalá sea pronto.

 

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