Anda en los últimos meses teniendo un protagonismo sólido la confederación de partidos que están bajo la marca de Unión Municipalista. En primer lugar, porque una de sus formaciones, Ens Uneix, liderada por el alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, ocupa la vicepresidencia de la Diputación de Valencia y, por tanto, es un socio necesario para que el PP siga gobernando esa institución. Y en segundo lugar, porque la Unión Municipalista, que ya existía en algunas provincias, quiere ensanchar su base electoral con futuras candidaturas.
El movimiento de Unión Municipalista no es nuevo. Ya ha existido en otras épocas de la democracia, en toda España, y en la Comunitat Valenciana, pero con otros nombres. Ha tenido varios intentos solo con partidos independientes, o cuando alguna formación sea Ciudadanos, Compromís, o en su día Unión Valenciana, ha estado en alza, siempre ha actuado de imán para aglutinar más candidaturas electorales -algunas ya existentes- sobre todo dentro del ámbito municipal.
No lo tendrá fácil, pero puede tener una oportunidad. No lo tendrá porque el actual sistema electoral beneficia al bipartidismo en cualquier consulta, excepto en las europeas. Y sobre todo porque debería tener un líderazgo en alguna gran ciudad de la Comunitat Valenciana que irradie en el resto de las provincias y le ejerza de locomotora. Es verdad que ya es un hito condicionar el gobierno de la Diputación de Valenciana y, máxime si logra que el listón electoral baje del actual 5% al 3%, como tienen la mayoría de los parlamentos autonómicos. Pero si no lo consigue, su guerra estará en las comarcas para poder modular los gobiernos de las diputaciones -siempre y cuando logre representación en algún partido judicial, como tiene en Ontinyent- y en las ciudades medias si se hace con alguna Alcaldía que le dé visibilidad.
Es verdad que la Unión Municipalista plantea medidas lógicas en el ámbito municipal: fundamentalmente, aquellas en las que lucha contra la engorrosa burocracia normativa y que impiden que inversiones tan básicas como centros de salud, residencias de la tercera edad y colegios tarden tanto en ejecutarse (siempre que existan financiación para ello). Dentro del imaginario del edil independiente y municipalista -también el de los grandes partidos- no acaba de entenderse cómo un colegio o un ambulatorio tarde más de 10 años en ejecutarse, habiendo recursos para ello. Desde la cesión de suelo (municipal) hasta el proyecto, pasando por los informes sectoriales hasta llegar al angostoso proceso de la contratación. Con suerte un proyecto de este tipo puede coger algo de fuerza si el color político de las dos istraciones en liza -local y autonómica- son del mismo color o si la urgencia es acuciante. De lo contrario, mucha paciencia.
Es verdad que plantean iniciativas de más difícil ejecución, como que los ayuntamientos asuman competencias estatales que pueden convertirse en el futuro en un nido de corruptelas, como ha pasado en otras autonomías.
Sea como fuere, Unión Municipalista tiene materia para existir y crecer, por supuesto. Sobre todo, se pueden presentar como esa paloma blanca que huye de la confrontación entre bloques. Y más en los municipios en los que la gente de a pie quiere soluciones y, a ser posible, rápidas, y máxime cuando se depende de esos organismos toscos como se han convertido las diputaciones. Pero también necesita liderazgos más allá de sus pueblos. Poder verse reflejado en esas decisiones en otros ámbitos más allá de su municipio, algo difícil cuando el debate pasa a esferas mayores.
Y una vez tenga representación, y en puestos clave, después vendrían las alianzas postelectorales, que no dejan de ser una piedra capital en una formación. ¿Tendrán libertad esos concejales para pactar con quién quieran? ¿habrá cosigna desde la dirección? Hagan lo que hagan, en función de los intereses de cada municipio (o personales), nadie les evitará la crítica (y la presión), y que con el tiempo el socio que han elegido -sea PP o PSPV- se olviden de ellos, algo típico en el bipartidismo. Y habrá quien tenga la tentación de volver al lugar de donde se fueron. Todo puede pasar.
Así que mucha suerte para Unión Municipalista, y mucho éxito. Pueden tener una oportunidad si son claves en alguna plaza importante; pueden ser clave si logran la rebaja del listón electoral en las Cortes Valencianas, y serán claves si son imprescindibles para condicionar algunas políticas. Sin olvidar que para cambiar el sistema hay que adaptarse a él y, por lo tanto, tener afiliados, sedes y organización (con algo de disciplina). Así que, visto lo visto, ya que el bipartidismo fuerte ya no trae pactos de Estado; entonces hay que hacerle el contrapeso para que no se desmadre hacia los populismos.