VALÈNCIA. “Aquí conviven robots y personas con diversas formaciones. Queda claro que la implementación de la IA requiere una suma de conocimientos de lo más variopinto. Yo trabajo con periodistas, con químicos, farmacéuticos, ingenieros o biólogos. Al final se necesitan una serie de capacidades muy concretas y no son capacidades que forzosamente se vayan a adquirir durante una licenciatura”, sostiene José Miguel Seoane, de Repsol Technology Lab, el potente centro de I+D de Repsol que integra robótica avanzada de laboratorio con inteligencia artificial. Gracias a la IA “somos capaces de trabajar en el laboratorio en tandas de 20 o 30 sugerencias donde antes trabajábamos de dos en dos”. En sus investigaciones, colaboran con otras empresas, como el departamento de deep tech de la multinacional tecnológica Sngular.

Seoane deja claro que irrupción de IA está marcando un antes y un después en la forma de investigar, analizar y hacer nuevos descubrimientos. Dada su capacidad para procesar ingentes cantidades de datos en poco tiempo, identificar patrones complejos y automatizar tareas, está abriendo nuevas fronteras y acelerando el ritmo del conocimiento científico. 

Se incluye, obviamente, la inteligencia artificial generativa que, más allá de generar textos e imágenes, ha demostrado una altísima capacidad para generar materiales hasta ahora desconocidos, desarrollar fármacos a medida o formular sus propias hipótesis. Es el caso de AI co-scientist, herramienta presentada en 2025, consistente en un sistema de IA creado con Gemini 2.0 y que actúa como un colaborador científico virtual para ayudar a los científicos a generar nuevas hipótesis y propuestas de investigación además de acelerarlas.

El impacto de AlphaFold

AlphaFold, por su parte, es un sistema de inteligencia artificial desarrollado por DeepMind (Alphabet, matriz de Google) que se utiliza principalmente para predecir la estructura tridimensional de las proteínas a partir de su secuencia de aminoácidos. Lo hace en cuestión de minutos cuando antes la misma tarea requería años y millones de euros. Su potencial es enorme para el descubrimiento de fármacos, el entendimiento de algunas enfermedades o para el diseño de nuevas proteínas con funciones específicas para aplicaciones industriales o medioambientales.

Desde 2021, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) utiliza AlphaFold para determinar parte de la estructura de varias proteínas que desempeñan un papel clave en la propagación de la enfermedad del sueño en los países del África subsahariana. Asimismo, el pasado mes de febrero, el CSIC, en colaboración con la Universitat Politècnica de València, anunciaba el descubrimiento del papel clave de una proteína en el desarrollo y la regulación genética de las plantas haciendo uso de AlphaFold.

Ciencias de la salud

Growth Academy: AI for Health es un programa impulsado por Google For Startups que se dirige a compañías de Europa, Oriente Medio y África. Persigue apoyar a startups a resolver los desafíos de la sociedad en el campo de la salud ofreciéndoles herramientas de su ecosistema.

Desde la puesta en marcha del programa en 2023, 8 startups españolas han sido elegidas para beneficiarse de él. Una es Sycai Medical donde ofrecen un software como dispositivo médico que ayuda en el diagnóstico precoz de cáncer en el abdomen. “La aplicación, basada en inteligencia artificial, analiza cualquier prueba de imagen médica realizada por cualquier razón y encuentra lesiones pre-cancerosas incluso sin sospecha previa, caracterizándolas y automatizando la monitorización de pacientes para anticipar su evolución, mejorar el análisis de la respuesta a los tratamientos y ahorrar tiempo a los profesionales”, explican. 

Entre las startups seleccionadas para el programa de este año se encuentra Ailin.Health donde disponen de una plataforma de diagnóstico como servicio que facilita la recolección de pruebas de laboratorio a domicilio, el análisis de biodatos y la generación de informes personalizados con interpretación médica, impulsada por IA.

El desarrollo de fármacos

En Enzymlogic se autopresentan como “líderes mundiales en la elaboración de perfiles cinéticos de compuestos para facilitar el descubrimiento de fármacos”. Así es como ayudan a los laboratorios y otras empresas del sector a descubrir y desarrollar nuevos medicamentos de forma más rápida. Su tecnología, además de identificar qué moléculas tienen más potencial para convertirse en medicamentos permite analizar cómo interactúan las moléculas con las enzimas del cuerpo permitiendo crear fármacos con mejores resultados y menos efectos secundarios.

También en Nostrum biodiscovery se dedican al diseño molecular combinando su software propietario con innovadoras herramientas de IA. Se trata de una spin-off del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) y el Instituto de Investigación Biomédica (IRB) enfocada al área terapéutica y química de base biológica.

Una promesa compartida

Más allá de la medicina y la biotecnología, la IA revela capacidad para ensanchar las fronteras en otras áreas del conocimiento. Especialmente sensibles a su impacto son disciplinas como la física, la astronomía, las ciencias ambientales, la química computacional y las ciencias de los materiales. 

La promesa en casi todas ellas siempre es la misma: capacidad y rapidez de cómputo inimaginable, con los consecuentes ahorros de tiempo y de costes económicos; mayor precisión y eficacia en los resultados; resolución de problemas científicos hasta ahora inabordables y una mayor democratización de la investigación, sin sobrepasar, eso sí, los límites legales ni los éticos.