VALÈNCIA. Foto, encuadre, flash y vuelta a empezar. Para muchos la fotografía sirve para encapsular todo aquello que no se puede perder. Para la artista Jana Kazimi la fotografía es, más allá de un generador infinito de archivo, una herramienta de la que nace una obsesión por comprender la identidad propia.
Un recurso que se puede emplear de miles de formas y que le sirve para contar la historia de su primera exposición individual: Archivar(se): la construcción obsesiva del yo, que podrá verse hasta el próximo 5 de junio en la sala de exposiciones del Centro Cultural de l’Alquería d’Albors.
La exposición le sirve para demostrar que el recuerdo no solo puede sobrevivir en la memoria y el imaginario colectivo y que su huella es tan importante que merece una exposición y una sala entera que se centre en la obsesión por capturar la imagen de uno mismo. Presentando la muestra como una “autobiografía visual” la artista reflexiona sobre la identidad, la manera de capturarla y como nos vemos a nosotros mismos a través de las fotografías de carnet.

- -
- Imágenes cedidas por Jana Kazimi
“Construyo la exposición a través de una colección de fotografías de carnet de gente aleatoria que se traduce en un archivo que cuenta parte de su historia. Me gusta ver cómo las personas intentan contar su relato a través de la fotografía y como la imagen sirve para autorepresentarse”, explica la artista, quien se une al relato de la autoficción a través de la fotografía y se retrata a sí misma entre las paredes del Centro Cultural.
Con el reto de dar a todas las fotografías el mismo valor, Kazimi comprende las fotografías de carnet como portadoras de historias que le ayudan a comprender la suya propia como ejercicio de reflexión. “El arte sirve para contar quienes somos, todo tipo de historias. En mi caso que soy migrante, que hablo tres idiomas y que con estos construyo mi imaginario. Cada persona tiene unas características únicas que resalto en dos colores y que muestran cuales son sus obsesiones y cómo se construyen”, apunta la artista.
Para ello dispone sobre la pared todas las fotografías que ha ido recopilando, generando así un fotomatón infinito para hablar de la autopercepción, o mejor dicho, de quienes somos cuando nadie nos ve: dentro de una cabina en la que se hacen fotos de carnet. Un ejercicio con el que comprender la historia que se preserva de cada uno una vez salta el flash que queda ahogado por un teloncito con tacto aterciopelado.

- -
- Imágenes cedidas por Jana Kazimi
“La foto de carnet es un espacio y un lugar en el que cada uno es quien quiere ser. Es un recuerdo de quien fuiste en un lugar y momento exacto y habla de la pertenencia y sirve para explicar las claves del autorretrato”, apunta la artista, “cuando me autorretrato cuento parte de la historia que te quiero contar, pero cuando poseo retratos de otros tengo historias que no me pertenecen. La foto de carnet se convierte en una foto sin personalidad que no explica quién es el protagonista y se convierte en un lienzo en blando en el que yo puedo contar la historia que quiera sobre esa persona”, o al menos imaginarla.
Con las caras de los otros y “obsesionándose por el yo” llega a un formato en el que la historia y la palabra se vuelven vulnerables ante la imagen y el que las imágenes que rodean al espectador en Archivar(se): la construcción obsesiva del yo sirven como pequeños objetivos que le persiguen y le observan por la sala. Nadie está a salvo del flash de Kazimi en esta sala.

- -
- Imágenes cedidas por Jana Kazimi