VALÈNCIA. Del asfalto al papel y ahora al celuloide. Tras publicar el libro de relatos Arcén (editorial dosmanos) el guionista y autor Borja Navarro se quedó con sabor a poco y pensó que su historia cobraría un nuevo sentido si la lanzaba a la carretera. Acompañado por el director Pau Colomina este sueño se hace ahora realidad en Cinema Jove, festival en el que se estrena este próximo 25 de junio el cortometraje nacido de este libro de relatos con el que comparte el mismo título.
Combinando algunas de las historias del libro, Navarro y Colomina se enfrentan al reto de dar forma y poner sonido a las historias que suceden en torno a la CV500 de València. Para ello, Colomina se adentra junto al escritor en un viaje solo de ida en el que retratan a los personajes tan peculiares que habitan la carretera. Moteros, señoras mayores y paseantes perdidos se dan la mano en una pieza audiovisual en la que todo es posible, mientras Navarro y Colomina imaginan cómo los relatos toman forma en la pantalla.

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“Nuestra aventura empieza en la carretera y con una pequeña handycam que nos ayuda a retratar lo que nos rodea -explica Colomina- con la que conocer la CV500 que es una zona maravillosa e inspiradora. Empezamos a generar material en nuestros paseos que funciona como documental y que ayuda a hablar los espacios que habita la novela que están casi en los márgenes”.
Para ello Navarro acompaña a Colomina en esta especie de “ruta literaria” en la que se introduce para componer el libro y le lleva de la mano. Cámara en mano se dejan llevar por las peculiaridades de los arcenes valencianos y buscando estampas e historias que definieran la historia de València.

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“Nos tiramos días paseando por la carretera buscando imágenes que cuenten la historia. Hay un proceso de exploración en el que vemos esas capas y lecturas de los relatos que me ayudan a comprender y estudiar la CV500”, matiza Navarro quien añade que con el cortometraje se permite observar y reflexionar sobre “el exotismo de lo ajeno” y esos instantes rapidísimos que pasan frente al copiloto en la ventanilla del coche. Como si fueran dos exploradores, ambos se adentran en una historia muy costumbrista en la que las señoras con rulos de la peluquería están al mismo nivel narrativo que los moteros más “alocados” y que cobran el mismo protagonismo que ellas.
Basándose en la historia inicial de una señora llamada Amparo, buscan reflejar la realidad de la València más “costumbrista y emocional” a través de un relato que se sucede desde una inocente llamada de teléfono que está en espera eterna. Navarro encuentra en esta mujer que está esperando turno en la peluquería la excusa perfecta para retratar al documentalista que se adentra en terreno desconocido: “Hablamos de lo que es hacer cine, rescatar parte de las historias que nos rodean y llevarlas a otro lugar de manera respetuosa aunque movida por la curiosidad”. Un volantazo narrativo que toma forma en apenas diez minutos y que da el cierre perfecto al paseo literario de Navarro por la CV500 esta vez cámara en mano y con el asfalto de testigo.

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