Opinión

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VALS PARA HORMIGAS

Harto de estruendos

Publicado: 04/06/2025 ·06:00
Actualizado: 04/06/2025 · 06:00
  • Un momento de la rúa organizada con motivo del ascenso del Elche.
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Leí el otro día una columna de Manuel Vicent y me sentí de repente derrengado, exhausto. Como esas veces en que te sientas y notas en ese preciso instante lo cansado que estás. Fue el tono y la pequeñez. Apenas un murmullo que me evidenció la fatiga que me causa vivir en un mundo que se ha vuelto tan bravucón, tan pendenciero, tan gladiador, tan justa medieval, tan contraataque de libro, tan masculino. Tan final de la Champions, tan épico en las bolsas, tan insulto, tan despido, tan gran superficie, tan divorcio de domingo. Y sin que nadie, inicialmente, hubiera predicho la dinamita que en la mina solo sirve para escarbar unos gramos de oro. Cuando en esta réplica de siglo XX que vivimos, algunos esperábamos la vuelta de los felices años 20, alguien nos ha robado unas hojas del calendario. Hace falta volver a la primavera, hace falta jugar con los reflejos de la luz en el techo, hace falta descalzarse al volver a casa. Hace falta más gente que se alegre de que al pimentero le ha salido una hoja nueva.

No se trata de algo coyuntural, repito. Fue tras leer a Vicent y su prosa de viento y sal. Percibí súbitamente que no dejamos de luchar, de defendernos, de agazaparnos. Constantemente. Porque a tres, cinco personas a lo sumo, en todo el mundo, les ha parecido bien llenarnos los bolsillos de piedras, alejarnos del mar, elevarnos el cielo como pasa en Madrid, en Benidorm o en Singapur. El mundo se ha vuelto un estruendo, como si de repente los medios de comunicación hubiéramos decidido que los titulares a cinco columnas son la única manera de esquivar la bala que lleva nuestro nombre. Y necesito, se lo comenté el otro día a un amigo, detenerme en el mirlo que me roba los higos, descifrar el pantone de las olas, deleitarme con el fondo de cuerdas de Strawberry Fields Forever. Dejar que la luz de la luna se estampe con fiereza en mi nevera. Y leer como cuando mi única preocupación era aprobar la Selectividad. Con todos los sentidos en espera de un asombro como el Poeta en Nueva York de Lorca. Qué lujo.

Supongo que lo que se espera de una columna como esta es que se eleve hacia lo macro. Ahí están el gepeese de los chóferes autonómicos durante la dana de Valencia, ahí está el ascenso del Elche a Primera, los depósitos del Puerto de Alicante, los piquetes de Navantia en Cartagena, la factura energética del sector cerámico de Castellón. Ahí están los sucesos, los naufragios, los hambrientos y los drones de la Operación Telaraña de Ucrania, que algún día se convertirán en una serie de Netflix. Están hasta las favorables cifras del paro en España y la derrota de la ultraderecha neerlandesa. Pero discúlpenme si hoy vengo con un susurro como el de Vicent. Me he hartado, por un momento, de los titulares de cinco columnas. Hoy solamente quiero comentarles que con ramas de pino bien secas puede cocinarse un espléndido arroz a banda. Que mi gata ya ha aprendido a maullar. Que me ilusionan varios reportajes que, posiblemente, nunca me publicarán. Y que, en alguna parte, alguien ha inventado algo que no va a cambiar la historia de la Humanidad. Ya iba siendo hora.

@Faroimpostor
 

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