La tragedia que sufrimos el 29 de octubre cambió el curso de la historia de nuestra provincia. Sin duda. Esta legislatura dejó de ser la que tenía que ser en términos políticos. Todo está condicionado, viciado, deteriorado. Podemos intuir el desenlace, pero Abascal y su mando a distancia controlan nuestro autogobierno. Cuán bajo hemos caído. Qué ironía. Soportamos que quienes detestan la España constitucional descentralizada de las autonomías, presidan el Parlament. Aguantamos que impongan el marco político y presupuestario negacionista del Consell.
Por eso resulta imprescindible que los socialistas mantengamos intacto el significado de la política en su estado puro: servir a la gente. Identificar problemas e injusticias, proponiendo caminos y respuestas que favorezcan a quienes más necesitan el aliento del estado. Un estado social garante de servicios públicos de calidad que permitan la inclusión, la dignidad y la igualdad de oportunidades. Ese es nuestro marco político y social intocable.
Hay un tema en el que los socialistas estamos insistiendo de manera sistemática en el ámbito de la Diputación de València y, sobre todo, entre el tejido social y asociativo afectado. La salud mental. Claro que es una de las grandes asignaturas pendientes del modelo sociosanitario existente. Tras la Dana, numerosos informes y aproximaciones profesionales al tema han encendido todas las alarmas. Una marea silenciosa que sigue su curso sin que se pongan los instrumentos necesarios para mitigar sus efectos.
En términos de equipamientos, ratio de profesionales, integración adecuada en el sistema de atención primaria, seguimiento entre los colectivos más vulnerables como la infancia y la adolescencia, adicciones (las viejas y las nuevas) etc.
Estamos en ese punto en el que la política debe ubicarse ante el espejo de su presumible humanidad. Claro que la reconstrucción va de carreteras, cemento y hormigón. Claro que resulta imprescindible la verdad, la justicia y la reparación. Pero también va de aquellos temas que subsisten demasiadas veces por debajo del radar de los despachos oficiales. Hemos observado que, en la Diputación, ayuntamiento de ayuntamientos, impera la autosatisfacción y una ausencia preocupante de humildad.
Somos muy conscientes de que las competencias radican fundamentalmente en el ámbito de la Generalitat, pero esta es una causa que requiere del esfuerzo de todos. Ya lo recordamos invocando la Ley Contra el Despoblament y los retos que la salud mental presenta en la realidad rural. Y lo hemos vuelto a destacar por los desafíos que emergen en el espacio metropolitano tras una catástrofe como la vivida.

- Foto: DIEGO RADAMÉS/EP
Y, conscientes de que, en la arquitectura institucional de un estado compuesto como el nuestro, solo la suma eficiente de todos nos permitirá avanzar, presentamos una iniciativa para crear una mesa de trabajo. Es un imperativo que alguien coordine esfuerzos, estrategias, planes y presupuestos. Un espacio que identifique nuevas necesidades que inevitablemente surgirán en esta materia (algunos expertos hablan de una cadencia de 6 meses antes del afloramiento de ciertos problemas). Un espacio coral que estimule constantemente la importancia de la salud mental en una nueva agenda política más humanizada.
La diputación puede llegar más lejos y dispone de fondos para hacerlo. Los tiene en virtud de un presupuesto corregido y aumentado de acuerdo con los partidos progresistas. Pero dispone de otro capital político e institucional más importante si cabe: la posibilidad de liderar este tema ocupando el vacío insondable de gestión y pulso que demuestra el Consell del Ventorro. Ese es el tema. No es baladí el papel motor y de intermediación.
Hemos pedido crear un espacio para que las istraciones (sus tres niveles) interactúen con los profesionales, asociaciones y afectados para afrontar mejor el drama de la salud mental. La extrema derecha se burló. Es lógico que desprecien las Mesas de trabajo. Toda democracia comienza en una Mesa. Una mesa electoral donde cristaliza la diversidad y el pluralismo. No les podemos pedir que lo entiendan. Pero, ¿y el PP?.
Mimetizándose con los ultras. Apuntalando a Mazón y tapando las vergüenzas de una Generalitat ausente. Todo sucede en una legislatura fallida. Todos lo sabemos. Pero no nos resignamos a itir este ritmo de respuesta a la sociedad. El nivel de ejecución del Presupuesto en el primer trimestre ha sido del 6´3% en materia de inversiones y en otros conceptos clave, similar. Esto no se corresponde con el capital político que les otorgamos anteponiendo el interés general de los ayuntamientos y ciudadanía. Especialmente, en la zona castigada por la Dana de octubre.
Por lo tanto, menos autocomplacencia y más ritmo. En el abordaje de todo y, singularmente, en todo cuanto pueda hacerse por mejorar el tsunami emocional que causó la riada y su negligente gestión. Disponen de recursos. Carecen de reflejos. Cuando pierdes la capacidad de interpretar tu tiempo, tu entorno y tu sociedad, comienzas a ser parte del problema. Los socialistas estaremos exigiendo y aportando hasta que todo cambie. La política debe cambiar y mostrarse más humana, más humilde, más empática, más útil. Aunque esta sea una legislatura fallida, vendrán tiempos mejores. Más temprano que tarde.
Carlos Fernández Bielsa. Secretario General del PSPV-PSOE Provincia de Valencia y Portavoz en la Diputación.