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El eurocristiano tibio

¿Qué hacemos con Harvard?

Publicado: 08/06/2025 ·06:00
Actualizado: 08/06/2025 · 06:00
  • Imagen de archivo de un edificio del campus de la Universidad de Harvard. Foto: EP/O/SERGI
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Ahora que el presidente Trump ha arremetido contra la universidad de Harvard estamos en un lío. Desde luego, como progresistas que somos, no podemos sino rechazar enérgicamente las barbaridades que está cometiendo Trump. De hecho, perjudican seriamente a su país. En consecuencia, estamos con Harvard, cuyo presidente ha lanzado un excelente discurso defendiendo los derechos humanos.

Pero entonces se nos enciende una lucecilla de alarma. No es la del Pardo, que nos indicaba que Franco seguía vigilando en la madrugada la marcha del país, sino la de nuestra conciencia. Cual luciérnaga impertinente, nos alumbra que, después de todo, Harvard es una universidad privada. Es más, es una universidad elitista.

Su tasa de isión de candidatos ronda el 2%, lo que implica que rechaza a la mayoría de los que quieren asistir a sus cursos. Así que solo tiene 7.000 estudiantes de grado y 17.000 postgrado, cuando podría tener más de 100.000 si fuese menos restrictiva. Además, el 27% de sus alumnos son extranjeros, de más de cien países diferentes. Antes discriminaba a negros y judíos; ahora a blancos, asiáticos y judíos. Constante: discriminar a los judíos.

El coste anual por alumno de sus servicios es de 89.000 dólares, estando el precio de la Matrícula en 56.000 dólares y el del Colegio Mayor en 26.000. Ahora bien, la mitad de los estudiantes están becados. Si ganan menos de 85.000 dólares al año no pagan nada, lo que ocurre en uno de cada cuatro casos. Sus catedráticos, varios de ellos con el premio Nobel, ganan unos 200.000 dólares al año. O sea, entre tres y cuatro veces el precio de la matrícula. Y hay unos siete estudiantes por profesor.

Como progresistas que somos, no podemos sino rechazar enérgicamente las barbaridades que está cometiendo Trump. De hecho, perjudican seriamente a su país. En consecuencia, estamos con Harvard, cuyo presidente ha lanzado un excelente discurso defendiendo los derechos humanos.

Estos datos contrastan con los de las universidades españolas. Tomemos el ejemplo de la Complutense.Tiene 80.000 estudiantes y su precio de Matrícula oscila entre 1.000 a 1.200 euros. Tasa de rechazo nula en la práctica. Y de 15 a 20 alumnos por profesor. Sus catedráticos, ninguno de ellos con el Nobel, ganan 45.000 euros al año. O sea, 45 veces la matrícula. No es un milagro; son tus impuestos.

A la vista de esos datos, ¿qué hacemos? Jamás justificar a Trump, pero ¿habría que revisar nuestra política de respecto de las universidades privadas? Porque resulta que Adelante Andalucía, un grupo nacionalista andaluz liderado por la expodemita Teresa Rodríguez, ha propuesto eximir de la Prueba de a la Universidad a los alumnos de los colegios públicos y mantenerla para los privados. Motivo: dicen que los colegios privados inflan las calificaciones, que luego cuentan en la nota final de la PAU. ¿No sería mejor que solo contase la PAU? A los de Adelante eso no les convence. No quieren igualar lo público con lo privado, sino darle preferencia.

Habida cuenta de que las cooperativas de enseñanza, aun llamándose sociales, son privadas, ¿qué le diría Pedreño a los de Adelante?  Por su parte, Sumar, la coalición liderada por Yolanda Díaz, ha propuesto denegar toda clase de financiación pública a las universidades privadas. Y eso es justo lo que está haciendo Trump.¿Qué hacemos con Harvard? ¿Y con Sumar? ¿Debemos elogiar a Harvard, pero arremeter contra las universidades privadas españolas? ¿En qué quedamos?

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