VALÈNCIA. Dentro de un río se pueden encontrar decenas de cosas. Desde peces hasta rocas, pasando por objetos perdidos en algún “largo”... y puede que hasta monedas. El flujo del agua hace que la corriente arrastre estos elementos, haciéndolos viajar casi a la velocidad del sonido dentro de sus aguas. Cuando un río muy caudaloso llega al mar, todo esto se pierde en una enorme masa, y se vuelca al vacío.
Esta “entrada”, la forma con la que llega el río con fuerza a este enorme espacio, se define como “estuario”, y se identifica precisamente por su forma de embudo, provocada por los lados que se apartan en el sentido de la corriente. Este término tan peculiar es el que da nombre al nuevo EP del artista y músico valenciano Pablo Ojeda quien junto al sello valenciano VELA acaba de publicar Estuario, un lanzamiento tan puro y transparente como el agua.
En tan solo cuatro temas, Ojeda consigue generar un viaje de ida y vuelta que se alarga desde el año 2023 y que ahora cobra una forma completa gracias a este lanzamiento. “Me gusta la idea de hablar sobre la vida, fluir y observar lo que me rodea. Lo que hago es grabar los sonidos que hay en mi entorno y generar mi propio paisaje con temas que llevo generando desde hace varios años y que se van abriendo espacio”.
Con esta filosofía, remezclando algunos de los temas que ya tenía grabados y otros más nuevos, consigue generar un EP que tiene una cohesión única y que juega mucho con el sonido en directo. “He usado desde instrumentos reales hasta plugins pasando por sonidos naturales. El juego real está en la postproducción donde se mezcla todo”.
Bajo la premisa de generar su universo propio, Ojeda se encarga también del diseño de portada de Estuario, que representa dos aguas que se entremezclan en el centro y que a su vez representa un contraste, como el que vive al generar este trabajo. “Me gusta jugar con los sonidos hasta que queden bien ligados. El trabajo es un canto a los orígenes y a la vida”, explica el artista, quien junto a VELA apunta que comprende la música como un elemento con el que “apagar nuestro fuego interno” como lo hace el agua.
Siguiendo esta filosofía trabaja con grabaciones de campo que se dan la mano con otros sonidos en la posproducción en la que Ojeda se da el lujo de bucear a mar abierto justo en el punto de contraste entre el río y el gran azul: el Estuario, un lugar en el que las melodías abandonan los ritmos frenéticos y en el que la vida puede vivirse con calma a través de “una música sin exigencias”, en la que todo fluye y se ve el mundo con transparencia.