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Vinosofía

De vinos por Madrizzzz

Tras el recorrido por Barcelona, toca fijar la mirada en las propuestas enológicas de la capital, que está viviendo un envidiable momento de efervescencia enogastronómica, amenazado s0lo por la incesante subida de los precios

Publicado: 01/06/2025 ·06:00
Actualizado: 01/06/2025 · 06:00
  • Madrid
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Espacio y tiempo son conceptos relativos, nos enseñaba a principio del siglo pasado el genial Albert Einstein y, hoy en día, la manera más sencilla de comprobar la veracidad del postulado es comparar las conexiones ferroviales entre València-Barcelona y València-Madrid. Quedará como uno de los grandes enigmas de las matemáticas el porqué llegar a la ciudad condal sea una aventura modelo lejano oeste (solo faltan los indios atacando al convoy de vez en cuando), mientras la capital está al alcance de una carrera larga en taxi, con precios similares.

La ventaja para los enópatas que van a Madrid es poder disfrutar de una experiencia enogastronómica sin preocuparse por los abusivos precios del pernocto. Mis cinco lectores conocerán, sin lugar a duda, uno de lo templos del buen beber nacional: Angelita, regentada por los hermanos Mario y David Villalón. El primero es coctelero de formación, mientras que David es uno de los bebedores más inquietos del panorama peninsular. En su carta se encuentran las clásicas etiquetas codiciadas por todo enochalado, junto con los descubrimientos más actuales. Un verdadero deleite para el apasionado y a precios sensatos dentro de la locura de la capital. La pareja de David, Delia Baeza, fundó y dirige otro establecimiento emblemático ubicado en el multicultural barrio de Lavapiés: la Fisna, un espacio donde disfrutar del buen vino acompañado por una comida sencilla y de calidad. Un verdadero wine bar con tienda para satisfacer al cliente más exigente.

Un veterano del sector, que asesora varias cartas de vinos de la capital y que es socio en una importadora valenciana, dispensa su sabiduría, producto de décadas de descorche, en Cuenllas, antiguo colmado que se ha dotado de un espacio gastronómico de cocina tradicional. Dejarse aconsejar por Fernando es un lujo imperdible, a un tiro de piedra de Joaquín Sorolla. Otro establecimiento, entre los imprescindibles, es La Caníbal, un espacio más desenfadado, con un toque canalla, donde se intenta romper con la prosopopeya del vino y acercarlo a todo tipo de público. Me encantó la oferta de vino a granel, recuperando la tradición, pero con vinos de calidad elaborados por productores punteros. Tengo pendiente una visita a Ganz, señalado por mis informadores como otra propuesta fresca y asequible dentro del hiperinflacionado entorno capitalino.

A diferencia de nuestra amada ciudad, la mayoría de los restaurantes prestigiosos en Madrid se han esmerado en la oferta de vinos y es normal poder disfrutar de bodegas rutilantes en muchas puertas de la urbe. Cito entre todos la faraónica oferta de Berria, al lado de la Puerta de Alcalá. Un sitio no apto para todos los bolsillos, pero con una selección abrumadora de vinos de todo el mundo. Para los aficionados a Borgoña, la visita obligada es a la Taberna Laredo, donde los tres hermanos homónimos dispensan felicidad a los amantes de la pinot noir y chardonnay (con un guiño a los otros grandes productores mundiales). Los bebedores de la vecina Italia encuentran alivio a su sed en uno de los mejores restaurantes de pasta del país: La Piperna, el fruto de la unión de un partenopeo con una valenciana. Vicky sabe maridar las fabulosas creaciones culinarias de Nello con una envidiable selección de vinos itálicos a precios más que razonables. Y para rematar la oferta, tenemos a muchas tiendas que permiten descorchar botellas de calidad: La Tintorería, que ofrece el extenso catálogo de la importadora-distribuidora Alma Vinos Únicos (compañía fundada por Paco Berciano junto con el reconocido enólogo Telmo Rodríguez), Enoteca Barolo, otro lugar de culto para los amantes del vino cisalpino, Coalla Gourmet y las tiendas de dos colosos catalanes a la conquista de la meseta: Vila Viniteca y Cuvée 3000.

Así que ya sabéis: si estáis cansados de los verdejitos de la Malvarrosa, el paraíso (para los económicamente desahogados) está a 1 h y 38 min. Salut!

* Este artículo se publicó originalmente en el número 126 (mayo 2025) de la revista Plaza

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